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De rerum natura (Sobre la naturaleza de las cosas), Lucrecio
Hoy en día a muchos nos suena, con más o menos timbre, la teoría atómica. Casi todos tenemos en nuestra mente una pincelada, más o menos cuidada, del concepto de vacío. Pero no somos muchos (ni casi todos) los que conocemos la obra de Lucrecio: "De Rerum Natura" (o "Sobre la Natualeza de las cosas").
Lucrecio, poeta latino de lo racional, escribió este sermo parenético profesando la fe epicúrea. Su obra épica – didáctica se compone de seis libritos y pasa revista a la metafísica, psicología y demás ciencias tratadas en la Roma clásica.
Gracias a Lucrecio se ha podido reconstruir la filosofía de Epicuro que se basa en estos cuatro principios fundamentales:
- "Ningún miedo a los dioses": para el epicúreo los dioses son inaccesible, no son pasionales como dice la tradición mitológica. No se entremeten en la vida del hombre.
- "Ningún miedo a la muerte": para estos filósofos, la muerte es simplemente una descomposición de átomos (Teoría atómica).
- "No dejarse llevar por las riquezas".
- "Todo dolor tiene su medida".
En fin, todos estos principios se desarrollan en estos seis libritos, donde en los libros I y II se da la explicación del átomo; en el III y IV se explica el "animus" y por último en los libros V y VI se explican, mediante la física, los fenómenos celestes.
Para los epicúreos, el mundo es un mundo de RES ("cosa"), esta res se compone de vacío y de átomos. Los átomos, dice Lucrecio, son diminutos, con forma de un canto rodado por la erosión de un río, y caen en el vacío formando combinaciones atómicas. De esta forma se crea el mundo.
Estas combinaciones atómicas no son perennes sino temporales y debido a la caída que sufren, se desgastan o se disuelven por completo. Así, las personas somos el resultado de una de estas combinaciones. Con el tiempo nos desgastamos, es decir, sufrimos enfermedades, o nos disolvemos, morimos. Esto explica el "Ningún miedo a la muerte".
Hoy en día, le teoría atómica del "De Rerum Natura" es inadmisible, pues sabemos a ciencia cierta que el vacío no existe, sino que todo está lleno de energía.
Otra curiosidad la encontramos en el libro III, en la explicación del alma, que para Epicuro ni es potencial (Aristóteles) ni espiritual (Platón). El alma es también una combinación atómica, pero no cualquiera. Es la combinación más sutil que habita en el cuerpo humano y que se sitúa….tachantachan… en el pecho!!!
O sea, que el aliento vital se halla en el pecho, y "casualmente", aún hoy en día, el gesto que hacemos cuando nos referimos a nosotros mismos es señalar, con nuestro dedo índice, nuestro pecho. Nuestro aliento vital.
Si no crees en las casualidades piensa que quizá no hemos avanzado tanto, y si crees en ellas, quizá debas avanzar tú.
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